Estudié Economía, una carrera en la que puedes triunfar sin importar si eres muy listo o si eres un estudiante promedio, incluso si tienes un Coeficiente Intelectual bajo.
Terminé académicamente en 2013, pero me faltaba un detalle importante para titularme: la tesis.
Por fortuna, vivía en la casa de mis padres y no tenía obligación alguna. Ellos siempre me decían: “Tu único compromiso es estudiar”. Al parecer me tomé muy en serio este mensaje y me metí de lleno en esta última fase de mi carrera.
Nunca había escrito un trabajo de grado como tal, pero sí me gustaba la investigación, y había ganado algunos concursos y participado en ponencias con algunos estudios propios.
Comencé a escribir mi tesis a finales de septiembre (2013). Debido a que estaba relajado y sin preocupaciones en mi casa, dedicaba más de 3 horas diarias a investigar sobre mi tema, el cual había seleccionado porque era mi favorito a lo largo de la carrera.
Solicité como asesor al profesor Jorge, teniendo en cuenta que no solo tenía experiencia en el tema (Comercio Internacional), sino que casi siempre lo veía en los pasillos porque tenía poca carga académica, lo cual relacioné con que tendría bastante tiempo disponible para asesorarme.
La propuesta de tesis ya la había entregado y aprobado desde el mes de agosto, por tanto ya tenía algunos avances sobre el tópico. Es consabido que sobre el comercio internacional existe abundante literatura y cifras, por tanto eso no sería un problema. Adicionalmente, el tipo de investigación que había seleccionado era descriptivo, como la mayoría de tesis de pregrado.
La verdad el apoyo de mi asesor fue fundamental, porque me ayudó mucho en los aspectos organizativos de mi tesis, por ejemplo, lo primero que me recomendó fue construir un cronograma y cumplirlo al pie de la letra.
La casa de mis padres goza de un inmenso patio donde hay varios árboles que dan una sombra deliciosa, este fue el lugar que escogí para sentarme diariamente con mi computador portátil a avanzar en mi tesis, pues había poco ruido y me concentraba.
En estas jornadas a veces me tocaba solo leer, otras veces leer y luego escribir, y en pocas ocasiones me tocaba solo escribir. Lo cierto es que cada semana le enviaba vía correo electrónico mis avances al asesor, 3 o 4 días después él me respondía con los puntos a corregir y allí íbamos.
Con la dedicación y el empeño que le puse, lograba redactar entre 2 y 3 páginas por día. Una de las claves principales para lograrlo es que nunca me preocupé por aspectos como buscar la forma en que se escribía determinada palabra (me conformaba con el corrector de Word), agregar conectores lingüísticos sofisticados en cada párrafo, averiguar cómo se usa el punto y coma (;), mirar cómo se cita en APA un sitio web, etc.; pues mi asesor desde nuestra reunión inicial me dejo muy claro que eso desviaría mi atención y retrasaría lo más importante, a saber: la investigación. Me sugirió que al final contratara los servicios de un corrector de estilo que mejorara esos puntos de forma profesional.
Recuerdo que en dos ocasiones me tocó llamar a mi asesor porque habían pasado 5 días y no me hacía la retroalimentación de lo que le había enviado. Yo siempre fui muy juicioso y receptivo con lo que él me recomendaba, sabía que él manejaba el tema, pues ya había asesorado a otros compañeros y conocía qué es lo que suelen evaluar los jurados; por eso prestaba mucha atención a sus sugerencias.
Sin saber en qué momento pasó, llegó la última semana de octubre (5 semanas después de haber empezado) y ya yo tenía un documento de 80 páginas, incluyendo las páginas preliminares, listo para entregar en mi facultad para ser valorado por los jurados incógnitos. ¡Oficialmente tenía mi tesis lista en 1 mes (5 semanas)!
Dos semanas después pasé a retirar la evaluación de los jurados en mi facultad, para mi sorpresa, aún no tenía definida la fecha de sustentación en la carpeta. La razón: unas correcciones estaban pendientes.
Cuando llegué a mi casa vi que se trataba de varias citas que había en mi tesis con unos autores que a los jurados les disgustó, las citas eran: (Wikipedia, s.f.), (Rincón del Vago, 2013), (Buenas tareas, 2010) y (Monografías.com, 2012), así como fallas ortográficas y gramaticales; errores pequeños que no impidieron que mi investigación fuera aprobada. Pero afortunadamente esos aspectos ya los tenía bajo control, gracias a que había hablado con una correctora de estilo.
Por ello, a pesar de que por ese pequeño detalle no me programaron fecha de sustentación para principios de diciembre y me tocó esperar hasta febrero; desde ese momento dejé de preocuparme por la tesis.
A manera de reflexión, creo que la gesta que logré fue gracias a que seleccioné bien mi asesor, dediqué tiempo diario y de forma disciplinada (no tenía hijos ni trabajo), contaba con cierto dominio del tema, me concentré 100% en el contenido de la investigación y había mucho material para consultar en la web.
Así termina mi historia con la tesis, lo considero un gran logro si se tiene en cuenta que conocí compañeros que duraron más de un año haciendo su trabajo de grado, por diversas razones. A nivel de postgrado hay casos de personas que duran hasta 5 años haciendo sus tesis. Creo humildemente que toda persona que esté en la ventajosa situación que estuve lo puede lograr. A su vez, pienso que aquellos que tienen hijos o trabajan podrían lograrlo en 3 a 5 meses.
El mejor momento para empezar o acelerar el proceso de tu tesis es hoy.
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